Ventura, con tres orejas y un rabo, y Hermoso, con dos, a hombros

Huelva.-  Los rejoneadores Diego Ventura, que paseó tres orejas y un rabo, y Pablo Hermoso de Mendoza, que cortó dos orejas, salieron a hombros del festejo de la especialidad celebrado hoy en Huelva, notable e injusta diferencia de trofeos ya que los más destacado de la tarde corrió a cargo del navarro.

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(EFE)

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza (d) y Diego Ventura (i) salen por la puerta grande de la plaza de "La Merced" de Huelva, tras la corrida de rejones celebrada esta tarde con motivo de las Fiestas Colombinas 2009.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Luis Terrón, bien presentados para lo que es habitual en este tipo de festejo, y de buen juego, acudiendo a todos los terrenos.

Joao Moura: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación); y pinchazo, rejón y descabello (oreja).

Pablo Hermoso de Mendoza: medio rejón en dos tiempos y rejón entero (ovación tras petición); y rejón trasero (dos orejas).

Diego Ventura: rejón contrario y caído (oreja); y rejón en tres tiempos (dos orejas y rabo).

La plaza se llenó "hasta la bandera" en tarde agradable.

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HERMOSO LO BORDA Y VENTURA ARROLLA

Que Hermoso es el número uno del rejoneo, de ahora y de siempre, es un axioma, una verdad que no necesita demostración. Por su regularidad, su constante evolución, siempre en situaciones triunfales. ¿Haría falta comprobarlo también en los contratiempos? Pues ahí dio hoy el navarro también una medida inigualable.

Torería y raza en límites insospechados, cuando uno de sus caballos estrella, "Chenel", vino a tropezarse en la cara del toro. Llevaron una tremenda paliza montura y jinete. ¡Pero con qué gran capacidad reaccionó Hermoso!.

Había lucido "Chenel" elasticidad, valor y astucia en banderillas, en los preparativos y en la ejecución. Elegancia y arrojo en cambios de frente y otros por dentro. Fueron dos banderillas muy aclamadas, cuando en el inicio de un nuevo cambio vino el tropezón. Rodó "Chenel", y en el suelo también Hermoso la única preocupación de éste era la integridad del equino.

Los dos maltrechos y conmocionados. El caballo para adentro, lógico. Pero Hermoso tardó en salir menos de duraría en montar a "Ícaro", desafiantes ahora los dos, a cobrarse la afrenta, y eso con el toro aún muy entero. En terrenos inverosímiles, tercera y cuarta banderillas. Otro no va más antes de lucirse también en tres cortas y el adorno del "teléfono".

No hubo suerte al matar, con dos intentos, el primero de ellos en dos tiempos. Y faltaron pañuelos. Pero la lección quedó ahí.

Y en el quinto nueva demostración. Esta vez iba a ser el jovencísimo potro "Caviar" quien se llevaría los honores. Un quiebro sin espacio entre toro y caballo, y banderilla arriba. Doble quiebro con pirueta a la salida para la segunda. La plaza se venía abajo. Todavía entró una tercera vez con igual suficiencia, arrebato y torería. El rejón, a la primera, y las dos orejas. No se dejó ganar Hermoso tan fácilmente la pelea.

Moura anduvo certero y limpio en su primero, y aunque siempre a la altura de los estribos, le faltó ajustarse en las reuniones. La faena tuvo poco eco.

Más entonado en el cuarto, aunque con notables desigualdades. Los primeros quiebros muy abiertos y a la grupa, otros más abrochados, incluso atacó una vez muy de frente, aunque sin dejar arriba las banderillas. En la tarea de matar, que para el portugués suele ser un imposible, esta vez se demoró menos. Paseó una oreja fácil.

Diego Ventura puso un segundo rejón de más a su primero que hizo que se parara el toro, en banderillas un marmolillo. Prácticamente lo hizo todo el jinete, prodigándose en alardes de cara a la galería alrededor de una estatua. Sin embargo, "lo vendió" bien, y por matar a la primera cortó la oreja.

En el sexto, entusiasmo desbordado con un Ventura que abusó menos de los "efectos especiales", aún sin faltarle las piruetas, algunas tropezadas. Pero tuvieron mérito los cambios de frente. Emocionante quiebro a caballo y toro parado, muy encima. Y fue abusivo lo de los adornos, hasta el punto de opacar lo verdaderamente importante de su actuación como un par final de cortas a dos manos.

Valiente y habilidoso con el rejón final, cuando había pinchazo aguantó en la cara del toro barrenando hasta que entró el acero. Desmesurada petición de rabo finalmente concedido.