Son Gotleu vive una tensa calma entre etnias tras la multitudinaria pelea

Palma.-  El barrio palmesano de Son Gotleu vive hoy una tensa calma entre las diferentes etnias que lo habitan, sobre todo gitanos y nigerianos, tras la multitudinaria pelea que congregó anoche a mil personas en las calles y que se saldó con tres heridos por arma blanca.

Sus calles han despertado tranquilas, aunque esta mañana los enfrentamientos verbales entre grupos denotaban que esa tranquilidad es solo aparente. Algunos de ellos aventuran que, incluso, la reyerta podría repetirse esta noche.

"Aquí no se puede vivir", resume una vecina mallorquina de 84 años que lleva 47 en la plaza Fra Juan Alzina, centro neurálgico de los problemas.

Según la mujer, antes se respiraba más paz y en Son Gotleu vivía "gente de pueblo". Ahora, la mezcla de razas es evidente, con una mayoría de nigerianos y algunos gitanos, además de los árabes y mallorquines que aún quedan en la zona.

A su lado, unos hombres de raza negra esperan a que alguien les ofrezca una jornada de trabajo y dicen evitar los problemas: "Si no hay para comer, cómo nos vamos a buscar problemas", explican.

Coincide con sus compatriotas Henry Ubasugi, que trabaja en el Aeropuerto de Palma ayudando a minusválidos y que reclama más seguridad.

"Estamos aquí para buscar una vida mejor, no para pelear con gitanos ni con nadie", asegura Henry, que añade que en Son Gotleu "no hay seguridad" y "un día una persona va a morir".

Por la zona, los hay que dicen haber sufrido heridas en la reyerta de ayer y aseguran algunos, con sorna, que Son Gotleu "es el Bronx".

Hasta el mediodía, la presencia policial no es evidente y solo una tanqueta de la Policía Nacional recorre la zona, por lo que la sensación de inseguridad es patente.

Juan Antonio Salvá, miembro de la Asociación de Vecinos Orson Welles, afirma que la convivencia es "insoportable", denuncia que la zona es "un nido de prostitución" de nigerianas y relata que ha contabilizado 84 pisos "patera" donde se hacinan los inmigrantes.

Las versiones de unos y otros son dispares y una vecina mallorquina, Catalina Nicolau, de 73 años, defiende a los ciudadanos nigerianos, a quien califica de gente "espléndida y muy humana", mientras critica que los de etnia gitana hacen ruido hasta altas horas de la madrugada.

Como Catalina, la farmacéutica María José Antich solo es testigo de la situación, ya que las peleas parecen ser exclusivamente entre las dos etnias y en ellas no se ven implicados ciudadanos mallorquines. "La verdad es que aquí no tengo miedo, siempre suele ser más entre ellos", argumenta.

Para María José, que no vive en Son Gotleu pero pasa muchas horas en el barrio, el problema es difícil de resolver: "Se tendrían que ir unos u otros, no creo que llegue a haber una convivencia buena", resume.