El FIB también se viste, se mira, se baila...

Ya es oficial: quedan pocas semanas para el FIB. Si eres de los afortunados que encontraron un abono de cuatro días a tiempo —agotados hace ya—, puedes comenzar a preparar tus modelitos para epatar con el look oficial de 2009. Bueno, además de a lucir tipo y accesorios más o menos imposibles, también los hay que van al Festival de Benicàssim a escuchar música y a ver desfiles, cortos, exposiciones...

Gregorio Lalanda

También puedes ver moda en el FIB.

Ya nadie duda de la importancia del FIB dentro del festivaleo internacional, con las cabezas de cartel más pesadas y sobredimensionadas del mundo. Ya está en condiciones de medirse con el mismísimo Coachella y es, en definitiva, uno de los acontecimientos del verano. Si nunca has asistido a este evento te preguntarás que a qué va la gente con tanta fruición a pasar calor, penurias y morir de agotamiento, y encima pagando. Y es que 150,000 asistentes no pueden estar equivocados a la vez; bien es cierto que la vida del fiber (dícese de aquel que va al FIB) es muy sacrificada, pero si la gente repite y repite año tras año será que algo tiene este festivalillo de verano tan popular.

Como te decíamos, la oferta musical es mayúscula, todos los grandes conciertos del año se reúnen en un solo recinto y durante cuatro días. Y, por mucho que pueda sorprender a los poco aficionados a esta clase de aglomeraciones, también hay una extensísima programación extramusical que en algunos casos es casi tan antigua como el propio festival. Dada la cantidad de horas que se pasan viendo conciertos, no sólo se agradece un rato de actividad cultural alejado del recinto o de los escenarios, sino que además casi siempre se puede acceder gratis (ya lo has pagado divinamente con el abono) al trabajo nuevos e interesantes talentos de disciplinas como la moda, el cine, la danza o el teatro.

El pueblo de Benicàssim suele acoger en sus playas, calles y algunos locales específicos para ello esta alternativa cultural a los conciertos. Otras, como el certamen de cortos, tienen lugar en el mismo recinto del festival. Eso sí, todas ellas tienen en común que son un remanso de paz entre tanta multitud sudorosa y conciertos non stop. Una gran opción para salir del rebaño de fibers que, por cierto, aparecerá fenomenalmente reflejado dentro de la programación de FIB Arte será la iniciativa FIB Lambs, un stand en la zona de conciertos donde los asistentes se podrán fotografiar ataviados con un un gorro de corderito y que se irán colgando en portales como Flickr o Myspace. Sí, una bonita alegoría de lo borrego que se vuelve uno en los festivales de música...

Bromas aparte, las actividades extramusicales del FIB son algo muy serio y profesional. Por su certamen de cortos han pasado directores como J.A. Bayona o el mismo Nacho Vigalondo. La Mustang Fashion Week, que se celebra dentro del recinto, ha acogido desfiles de gente hoy ya consolidada como David Delfín, El Delgado Buil o nuestros queridos Poti Poti. Viendo la escasez de shows de moda auténticamente jóvenes e independientes que hay en este país, la que nos ofrece el FIB es todo un soplo de aire fresco.

Moda, teatro, , cortos, arte... Hasta tu abuela estará encantada de que acudas a un evento tan multidisciplinar, y más cuando se entere de que el FIB también tiene sus propios cursos de verano. ¡Dios mío, como los de El Escorial o, aún mejor, la FAES?!Bueno, como festival indie patrio por excelencia, los cursos que ofrece no son precisamente convencionales sino que quienes los imparten son, por ejemplo, gente de Radio 3, y tienen títulos como Cómic y Animación. Atención universitarios con créditos de libre configuración colgando: ¡dan créditos! Eso sí, las plazas son limitadas.

Como vemos, el fiber de hoy día puede hacer mucho más que tambalearse de una carpa a otra amarrado a un mini. Es más, según se lo plantee, puede amortizar los casi 180 euros del abono de cuatro días durmiendo en el cámping y asistiendo al máximo número de actividades extramusicales que pueda. Una curiosa ‘pensión completa’ cultural, juvenil y veraniega ubicada en lo que era un pequeño pueblo costero de Castellón y que desde hace años es un meltin’ pot durante una semana de julio.

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