Alergia

Mocos, toses, lágrimas, dolores musculares, fiebre, Kleenex... Estoy viendo el segundo y último capítulo de la miniserie 'Una bala para el rey' (Antena 3), y un alud de fluidos corporales, sensaciones chungas y pañuelos de papel se acumulan en mi cuerpo y alrededores. ¿Quién tiene la culpa? ¿El polen de las gramíneas, en plena efervescencia? ¿El polvo y los ácaros, siempre revoltosos? ¿Nuestro monarca, como siempre respetado y maquillado por guionistas y productoras? ¿Los etarras, una pandilla de aficionados? ¿La Policía, tan macarra como eficaz? De cualquier manera, y sea quien sea el responsable de tamaña tortura, les garantizo que la noche fue una pesadilla.

Una escena de 'Una bala para el Rey'.

Es evidente que el atentado frustrado al Rey de España en el verano de 1995 no da para tanto. Es decir, para dos capítulos de 120 minutos, un total de cuatro agotadoras e interminables horas. La culpa seguramente no es de los hechos, sino de una producción con unos personajes sin gancho, una fotografía y unos planos que resultan muy monótonos, unos actores planos y un guión que, alargado de forma no demasiado brillante, provoca una soporífera falta de ritmo. Un defecto mortal potenciado por las abundantes y extensas pausas publicitarias, colocadas sin ningún criterio.

Mención especial merecen los diálogos. No se pierdan esta conversación entre etarras filósofos...

— ¿Qué se siente cuando se mata a alguien?

— ¿Tú qué crees?

— Sólo de pensarlo me entra un hormigueo de la polla. Como en ese partido en el que casi le parten la tocha a Luis Enrique…

El terrorista encargado de disparar la bala que debería acabar con la vida del Rey pone la guinda con una frase para los libros de citas...

— Es un olor a almendra amarga. Debe ser la mezcla del explosivo con la carne.

Una miniserie, por tanto, a la altura del atentado: chapucera, insegura, poco profesional, ineficaz, chusca... "Y ahora, repita conmigo… ¡Que viiiiiiiva España!", le dice el policía al etarra que acaba de detener.

P.D. Ayala cumple 103 años

(EP)

Francisco Ayala.

El escritor Francisco Ayala cumplió 103 años el pasado lunes. El Ministerio de Cultura lo festejó organizando un sarao al que acudieron todas las televisiones, que emitieron puntualmente las imágenes del acto. En esas imágenes se podía ver a César Antonio Molina, ministro de Cultura, junto a un señor muy mayor. Molina recogía en su casa a Ayala, le abrazaba, le ayudaba a bajar las escaleras, le ayudaba a abrir un libro en la calle, le ayudaba a entrar en la Biblioteca Nacional, le ayudaba a sentarse en la mesa, le hablaba de su grandeza y su veteranía... (Ver vídeo)

El homenajeado era Ayala, pero Molina consiguió los mejores planos. Así son los homenajes oficiales. Una bendición, si los comparamos con los informativos de TVE, que se comen con patatas la propaganda. O la empeoran. Carlos del Amor, el rostro de la sección de Cultura, es un chico con mucho gracejo y mucha chispa para las piezas cortas. A veces, incluso con demasiado gracejo y chispa. Su información del cumpleaños de Ayala fue, simplemente, lamentable: "Bueno, qué, don Francisco, ¿quedamos aquí mismo para el año que viene? O mejor para dentro de diez años". Eso fue todo lo que acertó a preguntar al escritor granadino en su pieza del telediario.

Un motivo para no ver la televisión.

Como cada miércoles publicamos un podcast en el que Albéniz pincha su música favorita. Country, blues y, por supuesto, rock and roll. Dale al play y a disfrutar.