Nada por aquí

Interior día.

Esperanza Aguirre interpreta el papel de mecenas del oscarizado José Luis Garci en 'Nada por aquí'

Un salón de actos abarrotado aguarda a que se abra el telón y comience el espectáculo. El público está compuesto por actores, guionistas, eléctricos, técnicos de sonido y de fotografía... todos ellos en paro. Son lo que en el Partido Popular se conoce como "pesebreros", gente a la espera de unas monedas con las que poner en marcha sus proyectos.

Se encienden los focos y el telón comienza a descorrerse lentamente ante la expectación general. En el centro del escenario no hay más que una mesa vacía. De repente se escucha una música y por uno de los laterales hace su aparición un tipo engominado vestido de esmoquin y con un micrófono en la mano. "Es Francisco Granados", sugiere una voz del público. Es el 'speaker' de la velada. Comienza a hablar, pausadamente, deteniéndose después de cada una de sus palabras, como si lo siguiente que fuera a decir nos fuera a cambiar la vida.

"Buenas noches. Bienvenidos. Gracias por haber venido. No esperábamos tanto público. Para que luego, las malas lenguas, digan que el Partido Popular no está del lado de la cultura (murmullos). Pero, sin más dilación, vamos a dar la bienvenida a, nuestra, presidenta, esa, gran, presidenta, que, tenemos, la, suerte, de, tener, en, la, Comunidad, de, Madrid. Con todos ustedes... Esperanza Aaaaaaguirrrrrreeeeee".

El público se pone en pie y se rompe las manos a aplaudir. Efectivamente el 'speaker' es Francisco Granados, principal implicado en la trama de espionaje de la comunidad, y quien entra en el escenario, iluminada por los focos, es Esperanza Aguirre en bañador. La presidenta se contonea como las chicas que anuncian los asaltos en un combate de boxeo pero en vez de mostrar una cartulina con el número del asalto, lo que sujeta sobre su cabeza es un maletín. Coloca el maletín sobre la mesa sonriendo a la concurrencia. "Pero que guapa estás, presidenta" grita el 'speaker', que babea en un lado del escenario y se soba sus partes obscenamente. Aguirre le lanza una mirada maternal en la que se lee: "qué cosas me dices, tontito".

Cesan los aplausos y Esperanza empieza a hablar sobre lo importante que siempre ha sido la cultura para el Partido Popular. Recuerda su época de ministra y dice que entonces sí que se hacían las cosas bien. "Porque el apoyo a la cultura —sigue—, hay que demostrarlo con hechos y no con palabras. Y no hay mejor hecho que el dinero, y eso es precisamente lo que yo os he traído esta noche: ¡Dinero!", grita. El público se abraza y hierve de emoción. "¡Nada menos que quince millones de euros!", proclama la presidenta abriendo el maletín. Granados, mientras, rueda por el escenario refrotándose la espalda contra el suelo como un perrito faldero y aúlla como si fuera Jose Luis Moreno en sus buenos tiempos.

"Pero para que todo esto sea posible —continúa diciendo Aguirre—, necesitamos que suba al escenario ese maravilloso prestidigitador y cineasta, que cuenta nada menos que con un Óscar de la Academia de Hollywood, y que no es otro que el gran ¡José, Luis, Garciiii!". El público se queda en silencio, estupefacto, mientras Garci aparece ataviado con una enorme chistera y una capa de color negro. Anda a saltitos, como si fuera un grajo, y fuma. Se acerca al centro del escenario y se coloca junto a la mesa. Esperanza se hace a un lado para que sea "el maestro" quien actúe. Una música ambienta su representación. Extrae de su bolsillo un gran pañuelo oscuro que muestra al público por delante y por detrás, demostrando que no hay trampa ni cartón. Cubre el maletín rebosante de billetes morados de quinientos euros y da unos pases mágicos. Retira de golpe el pañuelo y los quince millones de euros que ha costado su película 'Sangre de mayo' se convierten por arte de magia en 750.000 euros, que es lo que ha recaudado.

El público no da crédito. El gran maestro de la prestidigitación Jose Luis Garci ha hecho desaparecer, delante de sus propios ojos, más de catorce millones de euros que, los muy ilusos, pensaban que serían para ellos.

De repente, ante el asombro general, unas gaviotas populares sobrevuelan el salón y comienzan a arrojar DVDs de 'Sangre de Mayo', banderitas españolas y octavillas en las que se lee: "Di NO a la piratería". El público, que minutos antes se abrazaba, ve ahora incrédulo, cómo se retiran del escenario —llevándose la maleta, la mesa y el pañuelo— Garci y Esperanza Aguirre. Granados recoge los billetes que dejan caer en su precipitada huida y se los guarda en el bolsillo.

*Beta es la autora del blog 'Mi madre es idiota'.