Esta casa de medio millón puede ser tuya por 27 euros

LONDRES.-  Vender un piso se ha convertido en algo así como una hazaña imposible en todas partes. En Inglaterra, Kirk Clugston, un vecino de la localidad de Ruislip, en las afueras de Londres, ha organizado un sorteo para vender una casa —de más de medio millón de libras— que no consigue quitarse de encima. Cada cupón para la rifa cuesta 25 libras (27 euros). Se trata de una fórmula ya utilizada en España e Inglaterra, pero que aún nadie ha conseguido llevar hasta el final. Por el momento, Clugston parece que ha superado todos los obstáculos legales y está sentando precedentes.

La casita en cuestión.

En España aún se recuerda el caso de Miguel Marina, aquel hombre de Ciempozuelos que, sin trabajo, agobiado por una hipoteca insoportable y viendo que nadie le compraba el piso, decidió dividirlo en participaciones de 5 euros y sortearlo. La rifa de Marina fue declarada ilegal. Él fue multado con 64.000 euros. Y tuvo que devolver los 55.000 euros que había recolectado hasta ese momento.

La lección de Marina

Marina no consiguió vender el piso, pero su iniciativa sentó precedentes. Mejor dicho, otros aprendieron de sus errores. Marina, que lo hizo todo por su cuenta, no solicitó la obligada licencia a Loterías y Apuestas del Estado. Según estipula la ley, se debe avisar con antelación, publicitar el sorteo y pagar un canon del 10% de los beneficios obtenidos.

Clugston no conocía el caso de Marina pero sí el de otras personas en Inglaterra, que, como Marina, murieron en el intento. "Lo más importante es contratar un buen equipo de abogados", explica Kirk Clugston a Soitu.es. España y Reino Unido tiene legislación distinta, pero en ambos casos es fundamental el asesoramiento jurídico para abrir camino legal.

Este promotor inmobiliario inglés de 50 años compró el chalé en enero del año pasado con la intención de arreglarlo y venderlo. Lo adquirió por 372.000 libras (398.000 euros), invirtió algo más de 100.000 en reformarla y la puso de nuevo en el mercado en septiembre por 570.000 libras (unos 609.000 euros). Pero coincidió con el estallido de la crisis. Ya no la pudo vender.

El chalé tiene dos plantas, de 730 m², cuatro dormitorios dobles, tres cuartos de baño, un salón, una cocina y un jardín de 91 m². "Mucha gente venía a ver la casa, les encantaba, pero nadie la compraba, por mucho que bajara el precio", explica Clugston.

Ésta es la cocina.

Así que pensó en dividir su valor y organizar una rifa. Vende 28.000 participaciones a 27 euros cada una.

Un concurso intelectual

Tras descartar otras fórmulas como la subasta, Clugston y su equipo jurídico optaron por organizar una competición, y pidieron permiso a la Comisión del Juego británica. La clave estaba en que la rifa fuera considerada 'competición' y no 'juego'.

La Comisión estableció la organización de un concurso de tres preguntas con el siguiente procedimiento: el concursante entra en la web, lee las tres preguntas, si acepta participar, entonces hace la transacción de 27 euros y después responde a las preguntas. Si acierta las tres, obtiene el boleto. Si no, pierde el dinero.

Otro requisito era que las tres preguntas tuvieran una complicación suficiente como para que el 20% de los participantes las fallen. Y cuanto más complicadas, es más fácil obtener la licencia.

"Parece una tontería que se trate de proteger a la gente cuando no lo necesita, parece una regla absurda, pero es la más importante", reconoce Clugston.

La Comisión detuvo un proceso idéntico (cuando ya habían vendido 48.000 boletos) hace unos meses en Devon, ya que consideró que las cuestiones eran demasiado sencillas.

Pero, por otro lado, si hacían preguntas demasiado complicadas, se podría considerar como discriminación intelectual (porque sólo los más inteligentes podrían ganar la competición), lo que atentaría contra los derechos humanos. "Así que buscamos un punto intermedio en el que todos quedaran mínimamente satisfechos", explica Clugston.

Para hacernos una idea, si intentáramos entrar en el concurso las preguntas que nos corresponderían serían: "¿Quién presidió la comisión que investigó la muerte de Kennedy?", "¿en qué película Timothy Dalton interpretó por primera vez a James Bond?", y "¿en golf, cuántos golpes bajo la par son un birdie?". Si acertamos las tres, obtenemos un boleto para el sorteo de la casa de medio millón. Si no, si fallamos alguna, perdemos 27 euros. Hay un tiempo límite para la respuesta. Y cuatro respuestas a cada interrogante. Las preguntas son aleatorias.

Mira qué salón...

Más condiciones

La rifa de Clugston, por tanto, no está considerada como 'juego' (en tal caso hubiera sido declarada ilegal), sino como 'competición de aptitudes' en la que el factor de habilidad mental es importante.

Cabe decir que la legislación británica que regula el juego se endureció en 2005 y que, antes de esa fecha, todo este proceso no hacía falta. Cualquiera podía organizar un sorteo. "Ahora la Comisión está encima de ti todo el rato, hasta que alguien la lleve a juicio, tarde o temprano alguien la llevará a juicio, y ganará", dice Clugston. La Comisión exige además informes puntuales de cualquier aspecto del concurso para asegurarse de que todo es legal.

Una vez superado el regulador, empezó la odisea para hallar una compañía de tarjetas de crédito que gestionara las transacciones. Nadie se hacía cargo. Pero al fin encontró una compañía, Pay Point. Eso sí, le impuso mil condiciones. Debía realizar un pago inicial de 350 libras y luego pagos mensuales puntuales. La compañía se lleva además una comisión del 3,99% de casa boleto vendido, el dinero siempre debe estar en sus manos y, una vez efectuado el sorteo, aún se quedará un 10% del total durante seis meses, por si acaso surge algún contratiempo posterior.

El permiso, por fin

Después de tres meses, en enero, Kirk Clugston consiguió el permiso. El concurso termina en el momento en que se vendan las 28.000 papeletas. Entonces llevarán a cabo el sorteo. Si llegados al 16 de mayo (la fecha límite), no han vendido todas las papeletas, entonces se efectuará otro sorteo en el que el ganador se lleva el 80% de todo el dinero recaudado y el 20% restante es para Clugston.

Entre abogados, campaña de publicidad, portal de Internet y compañía de tarjetas de crédito, Clugston se ha gastado ya unas 25.000 libras (unos 27.000 euros). "Para recuperar este dinero debería vender al menos cinco mil papeletas", confiesa Clugston. Cinco mil papeletas significarían una recaudación de 125.000 libras. Y según el porcentaje establecido, el ganador se llevaría 100.000 libras (80%), mientras que Clugston se embolsaría 25.000 libras (el 20%), con lo que cubriría los gastos. Y mantendría la casa.

Y éste es el jardín...

Pero además, deberá entregar al regulador el 40% de lo que obtenga. Por esto, para recuperar la inversión, Clugston añadió al valor inicial de la casa 130.000 libras (unos 142.000 euros). O sea, que se está sorteando una casa por 700.000 libras (751.000 euros) que al principio valía 570.000 libras (609.000 euros).

Un éxito

El concurso está siendo un éxito. En tres semanas se han producido más de 400.000 clicks en su web, lo que ha atraído publicidad. No todos han concursado. Clugston no precisa la cantidad de boletos vendidos, pero "son muchos". Su iniciativa está despertando la atención de los medios, lo que significa publicidad gratis. El 11 de febrero la BBC le dedicará un reportaje y espera que se disparen las ventas después de la emisión.

Gente de todo el mundo ha participado en el concurso. Y también muchos jóvenes de entre 19 y 25 años, que lo ven como una de las pocas opciones de conseguir un piso en estos momentos.

En el Reino Unido, los precios de los pisos cayeron un 16,2% en 2008, según datos de Halifax, el principal prestamista hipotecario. El centro de investigación Global Insight prevé que los precios caigan un 15% más este año. Una casa en el Reino Unido cuesta ahora 159.896 libras (unos 170.975 euros) de media —el doble en Londres—. Las casas son más asequibles que cinco años atrás, pero también es más complicado conseguir un préstamo. En noviembre se concedieron 27.000 hipotecas menos que el año pasado. Este es el telón de fondo del concurso. De ahí el interés.

Además de jóvenes sin recursos, hay muchas inmobiliarias detrás. "Hay más opciones de ganar esta casa que de ganar lotería —razona Clugston—. Con la loto tienes una posibilidad entre 14 millones de ganar, mientras que aquí las probabilidades son de una entre 28.000".

De momento, la idea funciona, "aunque no ha sido nada fácil, cada día aprendes algo nuevo", confiesa Clugston, que lógicamente no puede participar.

Otro intento en España

En España otros dos ingleses están intentando vender este cortijo valorado en un millón y medio de euros con boletos de 25 euros.

En España otros dos ingleses están intentando vender un cortijo valorado en un millón y medio de euros en la localidad almeriense de Vélez Rubio. Al igual que Clugston, ellos tampoco sortean la casa directamente, sino que venden cupones para una fiesta privada en la villa para el 1 de mayo y luego les ofrecen la opción de obtener un billete gratis para el sorteo de la casa. No es obligatorio asistir a la fiesta, ni comprar el boleto de la rifa. Cada uno cuesta 25 euros. Por tres cupones te regalan uno gratis.

Ellos también sortearán la casa una vez hayan vendido todos los boletos. Y en el caso de llegar a la fecha límite (el 1 de mayo) sin haberlos vendido todos, entonces rifarán el dinero conseguido.

Estos dos ingleses aprendieron del caso Marina. "En España no se pueden vender números de lotería así como así —explica a Soitu.es Wayne Crowsley, uno de los dos ingleses del cortijo de San Blas, en referencia al 'caso Marina'—. Y nosotros tampoco lo hacemos. Nosotros vendemos vales de alojamiento, y esto lo dejamos clarísimo. El sorteo es aparte, nadie está obligado a recibir un número para la rifa de la villa, y no tiene ningún coste adicional".

La clave, dice Crowsley, es asesorarse bien, contratar a un equipo de abogados, aunque esto es caro. "Muchas grandes compañías solventes utilizan a menudo la regla que permite sortear casas y coches con la compra de otro producto de bajo precio. No están comprando directamente el billete de la lotería, sino que es opcional. Y si lo hacen las empresas, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?", explica. De momento ya han vendido 2.000 cupones.

En cualquier caso, aunque no todos lo consiguen, sí que se llega cada vez más lejos. Cada intento sienta una base y un precedente. Se aprende de los errores del anterior, desde el desastroso caso de Marina. De momento, tanto la rifa del cortijo de San Blas como la de la casa de Londres siguen adelante.