'La naranja mecánica', un metro más lento que ir a pie

GLASGOW (ESCOCIA).-  El metro de Glasgow, abierto al público en 1896 y renovado en 1996, consta solo de una línea circular. El esquema cromático de los vagones y la tapicería de los asientos es cálido, tirando a los tonos caldera. Si sumamos 1 y 1, la ecuación resuelve el porqué de su más famoso apodo: La Naranja Mecánica (Clockwork Orange). A partir de ahí, nada más tiene que ver con el libro de Anthony Burgess o la adaptación fílmica de Stanley Kubrick.

La Naranja, el tercer metro más antiguo del mundo después de Londres y Budapest, recorre 15 estaciones — o 10.4 kilómetros — en 24 minutos. Éste es un método de transporte curioso, ya que no es eficaz para una ciudad del siglo XXI, destinada a albergar los juegos de la Commonwealth en el 2014; para una psico-geógrafa como yo, sin embargo, es todo un pozo de sorpresas. Y es que este metro no llega a donde uno quiere llegar, sino que le deja mas bien lejos, sobre todo fuera del tramo St. Enoch-Hillhead. Como fue concebido en el apogeo de la revolución industrial su función principal en aquellos años era llevar a la gente al trabajo. Claro, pero la industria ha desaparecido para dejar paso a una moderna ciudad de servicios. A pesar de esto, el metro sigue igual, con el mismo número de paradas en los mismos lugares. Más que un medio de transporte es un viaje en el tiempo. ¡Menuda atracción turística si se sabe explorar! Hace falta compás, porque nada está señalizado, ni hay tiendas de regalos, y los mapas, se los va haciendo una misma, a lapicero.

Pongamos por ejemplo el centro de la ciencia, en el Pacific Quay, rodeado a un lado de la BBC, al otro del IMAX Cinema y de Glasgow Tower, el punto de observación más alto de la ciudad. En la otra orilla de la ría Clyde, está el Scottish Exhibition and Conference Centre (SECC o Armadillo), un auditorio diseñado por Foster and Partners y un poco derivativo de la Ópera de Sydney. Como pueden ver, estoy hablando de un imán de gente. El caso es que, el metro más cercano es Cessnock, a unos 25-30 minutos andando (claro, si no para qué coger el metro), acortando camino por parques y senderos. El metro suple bien a los hinchas del Rangers-protestantes, pero no a los del Celtic-Católicos; al West End de estudiantes ‘cool’, pero no al East End, el Glasgow pobre pero interesante. Menos mal que el sistema de autobuses urbanos es más funcional.

Mapa de metro de Glasgow.

La otra contradicción de este transporte consiste en las horas en las que funciona. Mi mente continental ya se ha hecho a la idea de que en el Reino Unido, alrededor de las 23.00 (22.30 en domingo), tocan la campana en los pubs para señalizar la hora de cierre, bebidas alcohólicas dejan de venderse en supermercados mucho antes de que echen la persiana y, en general, la gente se acuesta pronto. Aunque en Glasgow son más relajados debido al antagonismo con todo lo inglés, La Naranja Mecánica nos deja tirados en medio de la calle a las 23.30 de lunes a sábado y a las 18.00 el domingo. Es una suerte que no llegue a muchos sitios de interés porque así no se puede ni salir al cine… Eso sí, no hay cambios que hacer, y el riesgo de pasar de parada porque la conversación de los de al lado es muy interesante (si, me ha pasado), es mucho menor que en los laberintos subterráneos de Londres, por ejemplo. En otros 24 minutos, una se encuentra en el mismo lugar, con la curiosidad saciada de si a Menganito McWilliams le gusta Fulanita Fairhurst.

La objeción de que la distancia entre algunas estaciones se puede recorrer mas rápido a pie que en el metro se sobrepone con inspiradores retos sociales, cercanos al arte persuasivo y de participación, y a la estética relacional de la que hablaba Bourriaud y que está considerada por muchos como el arte [urbano] del futuro.

Éste es un ejemplo, encontrado en la web, y traducido por servidora: estás en el metro de Glasgow, viajando en el sentido de las agujas del reloj. El tiempo de viaje entre Buchanan St. y St. Enoch es aproximadamente 55 segundos. En la superficie, el recorrido es cuesta abajo, en una de las calles comerciales más llenas, con dos cruces con tráfico.

• Reto: ¿Puedes salir del tren en Buchanan St. y volverte a subir en el mismo tren en la siguiente parada de St. Enoch?
• Reglas: Puedes hacer algo en contra de la ley, si quieres.

Para ver cómo la gente de Glasgow respondió a esta llamada social y cómo este evento se convirtió en un fenómeno, les aconsejo que tecleen Glasgow Subway Challenge en YouTube. Tienen que verlo por ustedes mismos.