Los moritos de Lavapiés

Me estoy tomando un vermut con unas aceitunas en el bar Alonso, en el número cuatro de la madrileña calle Infantas. He quedado para comer y luego ir a ver a Springsteen, y estoy haciendo tiempo entre librerías de viejo y bares de cañas. Lo que es la vida. El camarero pone Telemadrid, y escucho, escuchamos, a Curri Valenzuela hablar de "ese grupo que se ha dado en llamar los moritos de Lavapiés". Repite varias veces el diminutivo, claramente despectivo. No es una casualidad. Alguna vez incluso dice "los moritos de Leganés". A mis espaldas, una voz se levanta sobre el sonido de la tele: "¿quién es esta hija de la gran puta? ¿Por qué nos llama moritos?".

Alice Swanson (flickr)

Lavapiés, barrio multicultural.

Nunca imaginé que Curri Valenzuela estuviera capacitada para amargarme un vermut. Y no lo está. Pero lo intenta. Un cliente del bar tiene rasgos marroquíes, y se ofende con las palabras de la presentadora de la televisión pública madrileña. No de una televisión privada, cuidado. Una televisión pública, la madrileña, que utiliza la palabra "moritos" como etiqueta. Como término peyorativo. Ustedes dirán que la cosa no es nueva, que en programas de radio y periódicos también han oído y leído habitualmente la palabra "moritos".

Puede. Pero a mi me sigue dando un asco cutáneo, visceral, insondable, la gente que utiliza la palabra «moritos». Me repugna cuando estiran hacia afuera los labios al pronunciar la sílaba intermedia. Siento arcadas cuando veo sus pálidas caras europeas infladas de superioridad, a punto de explotar por la altivez. Me asquean sus almidonadas miradas de fascistas, sus soberbias voces cargadas de ignorancia, sus desdeñosos comentarios y sus bastardas actitudes.

"Nunca vamos a saber lo que pasó el 11-M", sentencia la decrépita periodista. Yo me tomo de un trago lo que me queda de vermut. Y me doy la vuelta pensando en cómo explicar a mi compañero de barra que en este país no todos somos unos miserables.

Un motivo para no ver la televisión

¡Springsteen sigue en la carretera!

Anoche en Madrid otro concierto para la leyenda, con más de 60.000 personas en un Bernabeu que parecía una olla a presión.

La temperatura por encima de los 33 grados, 28 canciones incendiarias, una banda que echa chispas y casi tres horas de pirotecnia a ritmo de rock and roll.

Con un sonido en ocasiones digno, en otras deplorable, nunca perfecto, la primera parte resultó tan impresionante como el torbellino de Donosti. Se cayó «Hungry Heart», pero estuvieron «The River», «Trapped» y un espectacular «Spirit In The Night». Nils Lofgreen volvió a brillar en su salvaje «solo» de «Because The Night».

En la segunda parte echamos en falta «Thunder Road» e «Incident on 57th Street», sustituidas por una épica «Jungleland» y un inconmensurable «Seven Night To Rock». ¿Y Springsteen? El prototipo de la felicidad, la voz, la energía y el buen rollo. Continúa disfrutando. Y haciendo disfrutar…

No Surrender!