Prudencia, Mariano

¡Pobre Mariano, cómo le han puesto por lo de la niña! Ya en cuanto se arrancó, al final del debate, con esa niña de España, se vio venir el desastre. Porque una cosa es el culebrón venezolano en la tele, y otra es cuando te lo cuenta un señor con barba que se relame, abre los ojos como platos y mira de reojo hacia los lados. Podría haber sido 'Betty la fea' esa niña que crece, estudia idiomas, saca títulos y pasea con orgullo el honor patrio y, sin embargo, hasta donde sabemos, no pilla novio. Podría haber sido, pero no. Es una cuestión de prudencia. En estos tiempos, a los niños ni mentarlos.

Porque el pobre Mariano empezó en tono bucólico. "Esa niña que nace…", y ponía ojitos tiernos. Siendo el remate, la guinda del debate, el colofón emotivo de un momento histórico, la encrucijada emocional en que el espectador debería decirse, supuestamente, "pues nada, cambio de idea y voto a este señor", Mariano, como es lógico, fue acalorándose. Necesitaba crear un "crescendo" para el final apoteósico.

Eso suponía un riesgo. ¿Se acuerdan? "Esa niña…", seguía Mariano, y se relamía el labio superior. "Esa niña…", y se acaloraba. "Esa niña…", y se le ponían en órbita las pupilas, en plan Vampiro de Dusseldorf. "Esha niña…", y se advertía el intenso saliveo. ¡Por favor, Mariano, que la gente es malpensada! Si es que hoy día, según están las cosas, no te puedes ni hacer una foto en la playa con tu sobrinita de tres años, que luego las cosas acaban en internet y parecen lo que no son.

Todos esos espantos de los casos de pedofilia, que horrorizan al personal, nos están cambiando la relación con la infancia. Ya no se puede decir ni que te gustan los niños, sin hacer las necesarias aclaraciones. Yo ni me atrevo a jugar con ellos. Cuando un amigo me presenta a sus críos pequeños, no me tomo un pelo de confianza: les saludo a distancia, con una leve inclinación, como si fueran príncipes japoneses. Si son adolescentes, llego a darles la mano como se la doy a un cliente, o a mi casera. Yo no doy un abrazo a un prójimo o prójima si no me demuestra, DNI en mano, que es mayor de edad. Mal asunto ser inmigrante, como para encima despertar sospechas.

Que no, Mariano, que hay que ir con pies de plomo. El próximo debate lo acabas con un pensionista. "Ese pensionista que habla idiomas…", "ese pensionista que viaja con el Inserso por todo el mundo, como heraldo de la libertad y del orgullo patrio…", "ese pensionista que tiene hijo e hija, y los dos trabajan…". Porque el que vota, al final, es el pensionista. Y con un pensionista no puede haber malentendidos.