Grandes ofertas

Ya sé, ya sé que los programas electorales son como la carta a los Reyes Magos: hay que ponerle fe e ilusión al asunto, y creer en lo increíble. Pero Zapatero, hombre, no conoce usted límite. Primero, los 400 euros por cabeza, que es un precio baratillo por un voto, pero a mí, que soy un hombre fácil, ya me va bien. Luego, subir las pensiones 200 euros. Acto seguido, 300.000 plazas de guardería. Ahora, 1,2 millones de puestos de trabajo, sólo para mujeres, y con el mismo salario que los equivalentes masculinos. Espero que mañana ofrezca un Rolex de oro, y pasado, el chalecito con jardín. Qué menos. Habrá que mantener alto el ritmo de las ofertas hasta el día de las elecciones.

(EFE)

Zapatero.

Yo no me lo creo. Nadie, supongo. Al final, va a resultar que Rajoy es más realista. El hombre también ofrece plazas de guardería (400.000, que van baratas), mejores pensiones (aunque el aumento es de sólo 150 euros) y, atención, 2,2 millones de puestos de trabajo, unisex en este caso. La ventaja de Rajoy es que ya tiene un plan concretísimo para todo ese empleo, y los números le cuadran.

Todo sale del plato fuerte del programa del PP, el contrato de los inmigrantes. ¿Qué pasará cuando Abderramán Mohamed, o Atahualpa Ramírez, o Anatoli Rastaplanu, por poner un ejemplo, incumplan su contrato? A ver, usted, Abderramán, que le estoy viendo con la mano en la cazuela del cuscús, y eso no es costumbre española.

¿Qué pasa entonces? Pues que habrá que interponer denuncia ante la Policía de Costumbres Españolas, que a su vez se encargará de empapelar al inmigrante interfecto por ruptura de contrato, lo que llevará el caso a uno de los Tribunales de la Españolidad establecidos por toda la geografía nacional. Luego habrá que contar, supongo, con educadores de la costumbre española, con sistemas de rehabilitación de inmigrantes desacostumbrados, etcétera.

Todo eso son puestos de trabajo. Rajoy, al menos, no engaña. Que diga Zapatero de qué van a trabajar todas esas señoras, 1,2 millones, a las que colocará si gana. Va, Zapatero, que estoy esperando.