Carne argentina

BUENOS AIRES (ARGENTINA).-  Vivo en el país de la carne y tengo una vaca. Esa podría ser una buena frase para comenzar mi primer post en soitu.es, dedicado a recomendar algunas parrillas en Buenos Aires. O quizás sería bueno partir con: Acabo de escribir un libro que se llama «La vida de una vaca», así que tengo cierta autoridad para hablar de parrillas. O mejor comienzo esta primera entrega así:

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Los vegetarianos dicen que es un crimen comer carne. Para los turistas que vienen a Buenos Aires, en cambio, parecería un crimen venir hasta Argentina y no pasar por alguna de sus famosas parrillas. «¡Está buenísima! Todos los días nos pedimos un bife de chorizo», me dice una pareja de catalanes que hace un mes recorre Argentina, y rápidamente vuelven a su faena con el cuchillo y tenedor.

Conocidas mundialmente, y con cortes que sólo se encuentran aquí, la marca «Carne Argentina» ha logrado superar –con éxito- incluso las peores crisis económicas vividas en el país. Hasta en sus momentos de bolsillos más flacos, los argentinos siguen comiendo un promedio que duplica fácil el consumo anual de, por ejemplo, los españoles. Más de 67 kilos anuales por argentino, en un país con 40 millones de habitantes y 50 millones de vacas.

La gracia de la carne argentina es que es de vacas que todavía se alimentan con pasto, no con químicos como en Estados Unidos o Europa- me dice el asador de La Cabrera, una parrilla nueva, chic entre turistas, a donde muchos clientes llegan cargando la última Lonely Planet de Buenos Aires.

Pero la gracia de la «Carne Argentina» no sólo es el pasto, sino que también el precio. Resumiéndolo rápido: por alguna extraña razón aquí la gente «tiene» que comer carne, y para eso la carne «tiene» que ser barata, y para eso el gobierno «tiene» que regular el precio. Así es como el kilo de buen lomo cuesta unos 4 euros. Y así es como los turistas, como la pareja de catalanes y muchos del norte de Europa, hacen fila en las puertas de las parrillas en espera de un pedazo de vaca que en sus países se llevaría medio sueldo.

La Cabrera es un lugar imperdible si se viene a Buenos Aires. Ubicada en la zona de Palermo, en Cabrera 5099, la gracia es que la carne viene acompañada con más de 15 guarniciones y los cortes son los más generosos de la ciudad.

Si se anda por San Telmo, un sitio recomendable es La Brigada, en la calle Estados Unidos 465. La especialidad del lugar es el ojo de bife y los interiores. Los chinchulines, como se le llaman aquí a las tripas asadas de la vaca, son un manjar.

Si están cerca de Puerto Madero, la zona turística moderna, un lugar a visitar es Siga la vaca: un sitio donde por menos de 20 euros se puede comer carne libremente, todas las veces que uno quiera, durante el tiempo que usted –y su salud- estime conveniente. Siga la vaca queda en Alicia Moreau de Justo 1714 y abre toda la semana.

Por cierto, estas son apenas sugerencias turísticas, en una Buenos Aires que tiene más de mil parrillas registradas oficialmente, donde hay un asadero en cada cuadra y donde hasta en las cafeterías chicas se venden buenos bifes.

Hace tres años, cuando me compré una vaca para contar su historia, no sabía que con ella terminaría entendiendo mejor el país donde vivo hace cinco años. El libro saldrá pronto, y espero celebrarlo con un buen asado. Como se celebran las cosas aquí, donde todos dicen que está la mejor carne del mundo ¿Comiste mejor carne que la argentina? ¿Conoces alguna parrilla de Buenos Aires para recomendar?