El hermano de Tensing

Edmund Hillary era un tipo enorme, amable, modesto y cariñoso que, con la nariz quemada y un pañuelo tibetano al cuello, siempre se esforzaba en dejar muy claro que el verdadero protagonista de la historia de su vida era la montaña. Es decir, que Hillary era un ser excepcional en un mundo, el de los aspirantes a coronar el Everest, dominado por la avaricia, la competitividad y la vanidad.

HO (REUTERS)

Sir Edmund Hillary y Tensing Norgay Sherpa sonríen tras coronar el Everest.

Un día, mientras hablábamos en el patio de una escuela que acababa de inaugurar en Namche Bazar, se le acercó una mujer sherpa con una camiseta que rezaba: 'Tensing, primer hombre en subir al Everest'. Hillary sonrió, besó a la sherpa, y dijo en voz baja, como pidiendo perdón: "Tensing me enseñó a respetar a la montaña, a tratarla como la fuente de la vida, como a la madre de todas las nieves. Era mi hermano".

Todos los informativos matinales hablan de Hillary como el primer hombre en pisar la cumbre del Everest, el techo del mundo. Hillary no lo hubiera consentido. Habría interrumpido educadamente al locutor para recordarle que no subió solo, que su "hermano" Tensing (nacido en Thami, un pueblo a medio camino entre Namche y Nangoa) estaba a su lado, y que detalles como quién puso primero su pie a 8.848 metros son insignificantes. "No olviden jamás que los verdaderos señores del Everest son los sherpas", repetía una y otra vez.

En Namche, a 3.446 metros, rodeado de montañas nevadas, Hillary se sentía en casa. «Aquello fue bonito, pero hace ya tanto tiempo… Ahora en el Everest te encuentras tanta gente como en el centro de Londres. Lo importante es cuidar esta región del Himalaya, evitar la masificación, respetar el espíritu de Chomolungma (la diosa madre del universo). Si no, cuidado: los dioses se van a enfadar y se van a ir a vivir a las ciudades».