Profecop

  Se ha anunciado que en breve cualquier tipo de abuso a un docente tendrá consideración de delito penado por la ley, de hecho desde diferentes sectores vinculados a la Enseñanza se pide que la figura del maestro/profesor se equipare a cualquier autoridad pública conocida.   La cuestión es si el hecho de proporcionar estos sistemas " defensivos " y convertir los centros educativos en sucedáneos de una comisaria de policia es la solución definitiva a las situaciones que se viven dentro de las aulas.

  Es indudable que nuestros educadores necesitan disponer de medios que les permitan protegerse de estas oleadas que en el mejor de los casos los llevan a vivir un "infierno" profesional y personal, sin embargo podemos  llegar a la conclusión que una casa se debe comenzar por unos cimientos sólidos para asegurarnos que la calidad de sus resultados perdurará en el tiempo.

No es cuestión de buscar culpables, sino de señalar a los responsables directos de que los cimientos del Sistema Educativo sean fuertes y ofrezcan los mejores resultados. Los enseñantes tienen la obligación de formar académicamente hablando a los que serán los futuros hombres y mujeres en los que recaerá la responsabilidad de llevar adelante el país, aunque del mismo modo son los padres los que deberían asumir la educación de sus hijos en aspectos morales, éticos o sociales, algo que se evidencia carente en muchos hogares españoles a la vista de los continuos casos de amenazas y agresiones que se sufren en los centros educativos, no sólo hacia los maestros/profesores sino también hacia otros iguales.

  El proceso evolutivo nos ha dejado males de última generación como el  estrés, la depresión  o la  ansiedad, e igualmente nos ha llevado a que los padres no puedan compartir mucho tiempo con sus hijos por el ritmo " non stop " diario al que nos vemos envueltos, hecho que por lógica repercute en la comunicación, el entendimiento y en la percepción que los hijos puedan llegar a tener del mundo que les rodea; esto unido a posibles desarraigos  provocados por diversidad de causas propias de cada familia harán que un adolescente al que no se le pone límites en casa por los motivos que sean, al que todo se le " excusa " por paliar un falso sentimiento de culpabilidad de los padres, al que jamás se le " premia " por lo éxitos logrados y sin embargo sus fracasos son reiterativamente señalados, al cual se le muestra un modelo de conducta basado en las continuas faltas de respeto, educación e igualdad llegue a repetir esas pautas en su entorno escolar convirtiéndolo así de víctima a verdugo.

  Es indudable que " los hijos no vienen con un manual debajo del brazo " como afirma el saber popular, pero también es cierto que en las escuelas de magisterio tampoco existen asignaturas para combatir los insultos, agresiones, faltas de respeto y ataques continuos, ni otros padres preocupados por formar personas integras desde su propio hogar deberían soportar que sus hijos sean tratados como " apestados " por ridículos motivos que sirvan de excusa a jovenes " terroristas " de aulas: usar gafas, tener sobrepeso, sufrir cualquier discapacidad, o sólo por ser brillante.

  Siempre hay tiempo para cambiar las cosas, y tal vez el dotar a los educadores de una placa de " sheriff " sirva para protegerles puntualmente, pero de ninguna manera es la solución real a esta lacra social que cada día se sufre en diferentes centros escolares.

  Si los padres lo son por ley de vida, los docentes lo son por vocación, por lo que ambos  tendrían que ser capaces de encontrar ese punto de inflexión apoyándose mutuamente de modo inquebrantable en pro de un futuro disitinto para padres, profesores y alumnos.