Paparazzis Improvisados

A veces el derecho a la intimidad es algo carente de importancia para una sociedad inundada de leyendas sobre el dinero que los medios dan por ciertas imágenes.

En esta sociedad española en que todos necesitamos urgentemente dinero han aflorado una nueva especie que no me atrevo a clasificar dentro de la familia de los fotógrafos o reporteros.

No me malinterpretéis; no es que esté con ánimo de faltarles al respeto ni por supuesto ponerlos de vuelta y media, pero no me negaréis que en un mundo con desmesuradas cuotas de hipotecas, alquileres altos, gastos exacerbados... todo el mundo tiende a buscar desesperadamente un golpe de suerte.

La facilidad con la que no solo se adquiere una cámara fotográfica, sino también como tu mismo puedes tratar tus fotografías en la intimidad de tu hogar y lo económico que resulta todo el proceso, facilitan que puedas hacerle una fotografía a un famoso cuando estamos esperando el Ave. Ilusamente estamos pensando en cuanto dinero nos dará cualquier medio sensacionalista por una triste foto desde lejos, desenfocada y encima de un famoso fugaz que lo único que ha hecho es coger un tren de Madrid a Málaga para ver a la familia.

Esos paparazzis improvisados con una cámara del tamaño de paquete de cigarrillos, poniéndose lejísimos del objeto a fotografiar, como si el flash tuviera un alcance kilométrico, como decía mi mentor fotográfico... "En vez de regalar carretes con el revelado tendrías que regalarles a los clientes una cinta métrica". La gente andaba quejándose de que las fotos que les habían hecho con flash a unos fuegos artificiales no les habían salido, como si el triste destello de un flash pudiera llegar a la biosfera.

Cuando era adolescente viví conversaciones con amigos del tipo "vamos a buscarlo, anda por Marbella seguro, le perseguimos y le hacemos una foto" la historia era así; puedes echarte a la calle, hacerle la foto a alguien y después ir tranquilamente a una redacción, poner las fotos encima del mostrador de recepción y esperar el cheque. ¡Por el amor de dios! ¿quién comenzaría ese rumor?.

Me parece maravilloso (sin ironía) que la gente quiera creer, que se crea en la suerte, de que hay un remedio isofacto que nos permita eliminar el peso que nos impide ser feliz del todo. Que una foto de Belén Esteban comprando el pan nos quite, por ejemplo, la letra del coche... no es pedir demasiado la verdad, pero si te paras a pensar en el hecho concienzudamente, pensándolo a solas... una foto de Belén Esteban comprando el pan me reportará poder pagar mi coche y tener una letra menos, entonces es cuando te la risa.

La gente quiere creer, es optimista en el fondo y eso nos hace caer en una altiva inocencia y quedar a veces como lelos, como en la popular estafa de la venta piramidal; si puedo hacerme rico ¿por qué no intentarlo?.

Todo el mundo busca una oportunidad, las cámaras digitales solo han hecho que esas oportunidades puedan ser ilusamente aprovechadas. Una foto desde lejos, que ni siquiera se ven quien es el personaje hace que nos meditemos seriamente que pasa con nuestra autoestima, como algo tan mal hecho puede sacarnos de la ruina.